Podría llenar un aposento con paisajes tan solitarios, que los hombres se detendrían allí a llorar; luego, agradecidos, regresarían raudos a casa, por un ser querido dejado allí.
Cartas de Emily Dickinson
No temas dejarme porque me quede sola,
puesto que a menudo me desprendo de cosas
que imagino haber amado.
¿Qué haremos cuando la tribulación crezca más, y más,
cuando la ténua, solitaria luz expire, y esté oscuro, muy oscuro?
La Naturaleza dilapida el Rigor -ahora- donde dilapidó el Amor.
Mi Casa es una Casa de Nieve.
Encarcélame en ti hilvanando contigo
este bello laberinto que no es Vida ni Muerte.
Todo está tan quieto aquí, y las nubes son frías y grises
-creo que pronto lloverá -¡Oh estoy tan sola!
Ningún Pajaro - pero cabalgué por el Éter.
Ninguna Rosa, pero me sentí florecer.