En el año 1689 al poeta Matsúo Basho le asaltó el deseo de emprender
un largo viaje. Dejó su cabaña y comenzó una ruta por caminos difíciles
hacia la zona más remota del Japón.
De su peregrinación nació Sendas de Oku, un diario de viaje que, además, está repleto de poemas.
"Para viajar debería bastarnos sólo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la lluvia, una capa; el baño, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles..."
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